Continuando con la serie que pretende hacer un recorrido histórico por aquellas etapas que han supuesto una nueva fase en el desarrollo del humanismo como concepto y realidad debemos de detenernos ahora en el período de desarrollo de la cultura latina. Ya que es en esta época cuando se habla
de humanismo en sí. Al igual que en Grecia –ver
entrada anterior- se entiende que incluye elementos teóricos y prácticos y
que busca como objetivo la civilización. Pero, a diferencia de la paideia griega, este nuevo saber
pretendía llegar a toda la humanidad. Por lo que podemos ver Roma sigue la
senda iniciada y andada por Grecia pero va más allá de donde esta lo hizo. Así,
este modelo que analizamos es heredero directo de las enseñanzas helenas en
torno a la idea de humus cultural. Es
decir, del significativo papel que tiene la cultura en nuestro proceso de
humanización. Tal es así que entenderán que es un elemento más de nuestra
naturaleza y la educación uno de sus mayores logros. Dentro de los aspectos
prácticos de esta se centrarán en el papel que juega en nuestras vidas la
política y la ética. Un ejemplo claro lo podemos encontrar plasmado de forma
muy clara en la obra de Plutarco de Queronea.
Vemos que entre el pensamiento
heleno y el romano se produce una especie de simbiosis en la que podemos hablar
de pensamiento grecorromano como unión de las dos culturas más importantes y
poderosas de ese momento histórico –con
permiso de Egipto-. Esta simbiosis no sólo va a marcar el modelo humanista
seguido en la época, sino que va a influir en todo el pensamiento occidental
posterior. De ahí que nuestro modelo encierre en lo más profundo de su ser las
enseñanzas de estos primeros pensadores.
“Los principios
intelectuales de esta tradición son griegos y, antes de ser explicitados por la
filosofía, habían sido aplicados por la más antigua poesía helénica. Los
grandes escritores romanos los incorporan en el espíritu y en el estilo de sus
obras. En ellas, como en toda gran literatura, se logra una universalización de
la experiencia humana, que es la que les otorga la capacidad de convertirse en
modelo y fuente de inspiración para la cultura moderna. Sin el singular e
irrepetible proceso de asimilación de la cultura griega que realizan los
escritores romanos de la época clásica, no se habría establecido la continuidad
de una tradición que es el eje de la historia espiritual de occidente”[1].