lunes, 12 de noviembre de 2012

Historia del humanismo (IV). El Renacimiento y la Revolución humana


Continuando con la serie dedicada al humanismo en la historia occidental creo fundamental que nos detengamos en el Renacimiento puesto que esta es una etapa axial en lo que se refiere al desarrollo posterior al que hemos llegado. Es decir, es el primer trazo que define lo que entendemos hoy día por ser humano. Es la época de las ciencias y su desarrollo, del florecer de las matemáticas como herramienta para la comprensión del universo, del desarrollo de las artes siguiendo un nuevo canon regido por la sutileza de los trazos el estilismo de las formas. La época de la libertad inspirada por los ecos lejanos de otros tiempos que, como indica el dicho, siempre fueron mejores. Si bien es cierto que aún hay elementos de períodos anteriores es aquí cuando se produce el giro copernicano, es decir, hacia lo antropológico. A partir de este momento seremos la fuente del conocimiento y el objetivo hacia el que este se dirige.  El Renacimiento es la época de los humanistas, de lo humano y de la humanitas.

Detalle de la Capilla Sixtina obtenido de http://arteyfotografia.com.ar

                Con este término nos referimos al período que transcurre en Europa (surge en Italia, donde tendrá su mayor esplendor) entre los siglos XV y XVI. Recibe este nombre por dos motivos; el primero es porque quiere recuperar los elementos de la cultura clásica actualizándolos a su época[1]. El segundo es porque esta época se presenta como reacción a los siglos de dogmatismo que, según ellos, representaba la Edad Media. Se va a promulgar una libertad de pensamiento, acción y progreso gracias al saber. Este, estando liberado de todo rigor religioso, va a ser la luz que los ilumine y ayude a salir del “oscurantismo” medieval. –Nótese la ironía de la nueva concepción que adquiere el conocimiento que, pretendiendo ser agnóstica, no deja de tener matices teológicos- Sus mayores novedades y logros se van a producir en los ámbitos culturales, filosóficos y científicos. Este último va a dar lugar a una renovación del saber impulsada por la iniciativa privada (mecenazgo) de la incipiente burguesía capitalista. No debemos olvidar que es cuando abandonamos el sistema proteccionista-esclavista feudal por uno económico liberal fomentado por la rápida  industrialización de las ciudades y la atracción que esta supuso para gran parte de la población de ámbitos rurales que se acercaban a esta siguiendo un anhelo de prosperidad. La liberación de profesiones y la aparición de los primeros gremios y bancos. Todos estos cambios supusieron un impulso para la ciencia ya que comenzó a ser entendido como un saber beneficioso y útil para nuestras vidas pero su valor no se quedará sólo en unas ventajas prácticas sino que gestará una nueva concepción del hombre y del mundo[2]. En esta, el protagonismo lo toma el ser humano y, progresivamente, la visión teocéntrica medieval se irá sustituyendo por una antropocéntrica –como indicamos en la introducción de la entrada-. 


La mayor novedad que presenta este momento los anteriores es la aparición de los humanistas. Aquellos intelectuales que, sin formar parte necesariamente del clero, dentro de las universidades o fuera de estas, pretenden acercar las enseñanzas y cultura a la totalidad de la sociedad de la que forman parte. Para dicha tarea requieren tener unas destrezas intelectuales y un dominio de la lengua, tanto de las vivas como de las muertas muy amplio. Como indica Francisco Rico: “El aprendiz de humanista, en suma, debía conjugar `el amor por las letras´ con `la dulzura en el hablar, la nobleza de costumbres, el refinamiento de modales”.[3] Este nuevo humanismo lo entenderán los renacentistas como una reacción al sistema medieval ya que plantean una nueva forma de vida que de respuestas a las circunstancias humanas físicas y no tanto a las metafísicas. Así, el nuevo humanismo, según Rico, va a suponer una renovación en todos los ámbitos de la vida:

“Una manera nueva de comer, sí, como una manera de divertirse, de amar, de hacer la guerra, el arte o la literatura […] Porque, el humanismo era, en suma, como una cultura completa, todo un sistema de referencias, con un estilo de vida […] un saber que acompañaba al hombre en las más variadas circunstancias”[4]

Quieren actualizar y dotar de vida las enseñanzas de la escolástica, herederas del pensamiento grecorromano, dotándolas de las riquezas que ofrecen las lenguas vivas, que hablan y utilizan todos los miembros de la sociedad. El mayor logro de estos humanistas es el haber sabido volcar el saber expuesto en unas lenguas pasadas y en desuso en unas vivas y particulares correspondientes a cada grupo social[5]. Logrando así, no sólo que todos entiendan las enseñanzas sino que además, cada persona las dote de una interpretación y unas riquezas propias. 

                                   Vídeo que muestra a grandes rasgos la evolución cultural que supuso el Renacimiento 

Aunque siguen formulando cuestiones teológicas como en la Edad Media la relación entre Dios y los hombres se invierte; Así lo divino se acerca a lo humano y no lo humano a lo divino, como ocurría en la época anterior. Estos, a diferencia de los intelectuales anteriores tienen en mente un plan político y educativo donde el Estado se ha separado de la Iglesia y la razón, emancipada de la fe, se ve como un instrumento  que puede alcanzarlo todo. El hombre puede dominar mediante el conocimiento cualquier meta que se proponga. Es la época, como ya hemos mencionado, de la revolución científica y de la máxima de Galileo: “El universo está escrito en lenguaje matemático (...)”. Con todo lo que ella implica y es que ya no solo formamos parte del universo sino que ahora, además de interpretarlo metafísicamente, lo comprendemos gracias a la ciencia. 

Vemos como, al igual que en las épocas anteriores, este modelo está en gran relación con la cultura y la educación ya que entiende que la razón es un valor supremo y nos lleva a ser más humanos. La mayor diferencia es que el conocimiento ahora se siente liberado de dogmas, creencias y supersticiones que entendían que frenaban el avance de la razón limitando su radio de acción. Otra diferencia que presenta el nuevo modelo respecto al anterior es que al entender el Medievo como una época oscura y cruel le van a dar más valor al perfeccionamiento de las letras como forma de lograr la virtud y desarrollar la humanitas que a las destrezas físicas y las conquistas bélicas que puedan lograr bien los estados, en general, bien los contendientes, en particular. La palabra retoma el valor que tenía para Aristóteles y se ve como creadora de sociedad. Es un rasgo que nos distingue de las fieras al dotarnos de inteligencia. Rico nos recordará las palabras de Decio al hablar de la importancia del desarrollo de las letras para cultivar el espíritu: 

“Decio proclama que nada se tiene cuando no se tienen las letras, mientras con ellas se tiene todo: porque la auténtica posesión procede del recto imperio del ánimo y sólo la doctrina permite lograrlo. ¿Dicen que la asidua lectura curva el cuerpo? Quizá, pero desde luego endereza el alma. ¿Daña la vista? En cualquier caso, le da una agudeza con la que puede cruzar la barrera de los siglos, penetrar los lugares secretos, recorrer todas las cosas con la inteligencia”[6]

Los humanistas proponen como modelo ideal de hombre aquel que comprenda y domine las letras, tanto las vivas como las muertas, las ciencias y que sea capaz de dotar al mundo de un sentido e influirlo con su estilo personal e irreductible. Podemos tomar como referencia de esta idea a Leonardo da Vinci, modelo de hombre renacentista que supo dominar y conjugar las distintas ramas del conocimiento humano dotando al mundo de un impulso y sentido personal (Podemos destacar a otros grandes artistas como Miguel Angel, Donatello, Rafael y el maestro Astilla). A partir de la importancia de la interpretación y valoración personal del conocimiento recibido surge la individualidad y esta rompe la unidad sociocultural que había existido en Europa hasta el S.XV. No debemos entender que rompemos con la universalidad del saber recibido y pasamos a una interpretación solipsista de este. De lo que se trata, más bien es de la aparición de una visión particular de lo universal. Así, pese a que hablemos de particulares estos tienen una base común.

Estudios y apuntes de Leonardo Da Vinci

El S.XVI traerá consigo gracias a la labor de los humanistas, como hemos visto, una vuelta a la concepción clásica de humanismo adaptada a la época tras la larga decadencia que supuso para ellos la Edad Media. Esta reinterpretación de los clásicos supondrá unos cambios culturales que afectarán a todos los aspectos de la realidad humana: Educativos, religiosos, lingüísticos, políticos y sociales. Estos originarán una nueva delimitación y distribución de los valores) y, por tanto, a una nueva concepción del mundo (visión propia y particular de lo universal y a un nuevo concepto de humanitas que marcará el desarrollo que seguirá esta hasta nuestros días.

Pese a que el Renacimiento suponga un paso firme y determinante hacia la concepción actual que tenemos de nosotros y marque nuestra visión del universo no debemos olvidar que le debe mucho a la Edad Media, la cual, era mucho más brillante de lo que nos han querido hacer ver. El Renacimiento no es un partir de cero. Es, como ya indiqué, una renovación más espiritual que material, `pero la cual nunca se habría logrado sin pensadores como Scoto, Ockham, Rimini o Aureolo. O sin el desarrollo de academias y universidades nutridas por el saber del clero  

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[1] Debemos entender que  no se trata de recuperar sin más una cultura ya desaparecida ni de revivir viejas ideas ya muertas. Se trata de una revisión de estas, de una adaptación. Tomar la esencia de los elementos borrados por el Medievo y desarrollarlos. Esta revisión se produjo en todos los ámbitos del saber; artístico, científico y filosófico.

[2] Es cuando se produce “la revolución científica” cuya mayor novedad es el cambio en la concepción del universo. Se pasa del sistema geocéntrico ptolemaico del Medievo al heliocéntrico copernicano. Esta revolución concluirá con Newton y sus cambios operados en la física. Es también en este período cuando Gutenberg en 1.440 inventa la imprenta. Invento que permite una mayor difusión del saber saliendo este del cerrado ámbito universitario clerical y se acerca a la sociedad.

[3] RICO, F. El sueño del humanismo. Ed. Alianza. Madrid, 1997, p. 46. En referencia a las palabras de Guarino escritas en su Epistolario di Guarino Veronese, II.

[4] Ibíd. pp. 47-48

[5] Así lo hace Moro con el inglés, Lutero con el alemán, Montaigne con el francés o Nebrija con el castellano.

[6] RICO. Op. Cit. P.174

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