Continuando con la serie dedicada a la cuestión del humanismo en la historia debemos de centrarnos ahora en una época que duró más de mil años y que conocemos de forma general como "Edad Media". En esta entrada veremos cómo aparece una novedad con respecto a las épocas anteriores y es que ahora lo que sea la humanitas y su existencia no dependerá del ser humano sino de Dios. Por lo que nuestra naturaleza no estría en nosotros mismo sino en el exterior. Antes de comenzar el análisis de esta idea creo que debemos de hacer una contextualización temporal y espacial precisa de la Edad Media para entender las causas que dieron lugar a este cambio de mentalidad con respecto a Roma y el giro antropológico, filosófico e inluso científico hacia lo religioso.
Este período comprende
históricamente desde la caída del imperio romano a manos de Odovacar en el 476
d.C. siendo emperador Rómulo Augusto, hasta la caída de Constantinopla y con
ella la pérdida de Bizancio en el 1.453 d.C.
La
destrucción del imperio romano supone el estancamiento y descomposición del
proceso civilizador iniciado en este período, al menos en la región noroeste de
Europa[1]. Esto
entraña la disolución de la vida urbana, del comercio y de la escritura y un
estancamiento en el proceso de civilización, al menos hasta el S.XI d.C.
Período que recibe el nombre de Baja Edad
Media. Tras el S.XI y hasta el S.XV vivimos la época que se denomina Alta Edad Media y que supone una
recuperación de los elementos culturales y civilizadores perdidos. Es aquí cuando
nacen organismos como las universidades y la banca como entidades que van a
institucionalizar y configurar tanto el conocimiento como la economía y serán
fundamentales para entender el mundo actual.
En
el Medievo será el cristianismo el encargado de llevar a cabo el proceso de
civilización y educación a partir de las lecturas que se hagan de La
Biblia. Antonio Pele, en su ensayo acerca de la dignidad
humana medieval, nos advierte cómo tras estas lecturas, de los mismos textos,
se hacen dos interpretaciones opuestas acerca de la visión del hombre y su
relación con lo divino.
“La
cristiandad medieval contempla en el ser humano tanto una imagen positiva como
negativa. En relación con la primera, el ser humano es un ser divino y creado a
semejanza de Dios. Es el Adán que ha dado un nombre a todos los animales y está
llamado a reencontrar el paraíso. En relación con la segunda imagen, se trata
del hombre pecador, dispuesto siempre a sucumbir a la tentación y a renegar de
su creador. Esas dos visiones aparecen en un marco cristiano e interpretan de
forma distinta las fuentes bíblicas. Garin ha visto muy bien como la dignitas
hominis se basa en el Génesis (1:26-27). El hombre ha sido creado a
semejanza de Dios y es el señor de la tierra. Al contrario, la miseria
hominis recurre al Génesis (2.7). El hombre ha sido creado a partir del
limo, lo que demuestra la bajeza y la fragilidad de su condición.”[2]
No
obstante, siguiendo la visión positiva (para eliminar esa idea prejuiciada del
negativismo y oscuridad de esta época) se establecerá, como indica Choza en su
Historia cultural del humanismo –obra a
la que hacemos frecuentes referencias en las entradas dedicadas a la cuestión
de la humanitas-, que la cima de lo humano se alcanzará en la plenitud y
unión con lo divino y que esta unión recibirá el nombre de salvación. Así, por ejemplo, Tomas de Aquino, desarrolla una idea
de hombre basada en su comunión con Dios; dotándolo, gracias a esta, de una
dignidad que lo hace superior al resto de seres. A diferencia del griego que
con su educación buscaba sujetos virtuosos o del romano que pretendía
ciudadanos, el humanismo medieval lo que perseguirá será cristianizar[3].
Estableciendo una nueva dicotomía que sustituye a la anterior, humano-bárbaro, y que diferenciará entre
fieles e infieles. Siendo los infieles aquellos que no lograrán la salvación y
por tanto no podrán cumplir ni desarrollar plenamente la naturaleza humana al
no vivir acorde a los preceptos divinos[4].
Los encargados
de instaurar el nuevo humanismo serán pequeños grupos de clérigos que
recorrerán Europa estableciendo relaciones con los señores feudales y fundando
Iglesias y monasterios que les permitirán mantener este nuevo sistema educativo
basado en la existencia de otra vida, del juicio final, de la inmortalidad del
alma y de la plena felicidad que se alcanza al acercarnos a Dios. Esta
expansión del cristianismo no fue siempre pacífica. El momento más fuerte y
cruento de este desarrollo religioso fueron las cruzadas, cruentas campañas
bélicas iniciadas por los cristianos, o seguidores
de la Cruz,
que durante los SS. XI y XIII pretendieron la recuperación de la Tierra Santa ocupada
por los musulmanes.
Pintura que muestra la navegación por el Mediterráneo y las rutas seguidas por los cruzados. Obtenida de: http://www.culturas-beraber.blogspot.com
Más allá de lo
que supusieron estas guerras, y recuperando la función educativo-cultural de este nuevo modelo humanista, decir que poco a
poco la labor de estos grupos irá tejiendo la estructura de las nuevas urbes,
recuperando en parte el esplendor cultural perdido al crearse las universidades;
entendidas como templos dedicados al
saber. Este período para la
Historia de la
Filosofía recibe el nombre de escolástica y la educación que transmite es de carácter teológico,
pretende explicar la revelación divina mediante la unión entre fe y razón, aunque
la segunda se subordinaba a la primera. Sus maestros y miembros más relevantes
son: San Anselmo de Canterbury, San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino.
Además, al ser una época donde la mayoría de la población era analfabeta, esta
educación es de carácter elitista ya que se circunscribirá exclusivamente al
ámbito universitario o clerical, al que sólo podían tener acceso los hijos de
la nobleza.
Vídeo que explica el fenómeno filosófico de la escolástica.
Las
universidades son centros culturales y de instrucción basados en la
evangelización y en la enseñanza de los saberes clásicos grecorromanos que
entienden que son los fundamentales al haber dado lugar y forma a la cultura
europea e intentan adecuarlos al mensaje divino que pretenden transmitir. Dar
prioridad a estos saberes tiene dos consecuencias negativas; la transmisión de
estas enseñanzas se hacía en lenguas muertas como el latín o el griego lo que
las alejaba de la mayoría de la población al tratarse de personas sin la
educación suficiente para entenderlas y que al estudiar esquemas y
planteamientos con una antigüedad, como poco, de diez siglos no tenían la
vigencia suficiente para dar respuestas satisfactorias a las necesidades y
problemas a los que se enfrentaba el hombre medieval. La cultura escolástica,
al alejarse de los problemas de la vida política y social, se desconectaba de
la sociedad que la creó.
No obstante, no
debemos creer que esta fue una época de pobreza y estancamiento cultural. No
hay que olvidar la importante labor que han tenido para la filosofía posterior
pensadores que vieron que la relación entre fe y razón se escindía acercando su
pensamiento más a una filosofía práctica que a una contemplativa y los asuntos
a tratar más cercanos a la sociedad y a la política que a la metafísica. Así
nos encontramos con los nomilalistas Juan Duns Scoto y Guillermo de Ockham, al
precedente del empirismo Francis Bacon y a los precursores del Renacimiento,
los italianos Francesco Petrarca y Cola di Rienzo. Pensadores que, pese a
pertenecer a esta época abrieron, con sus planteamientos, el camino a desarrollos
posteriores, pese a que aún seguían manteniendo los planteamientos y esquemas
propios de su época. Y es que cuando un explorador abre una nueva ruta aún
lleva en su mochila los mapas donde esta no aparece. Serán los que continúen su
labor los que la marquen y sigan esperando abrir otras nuevas.
Vídeo que explica el movimiento nominalista y su importante papel en la Historia del pensamiento universal.
Con lo dicho,
entendemos cómo la cuestión del humanismo sigue vigente en la Edad Media pero
que esta ya no va a estar en relación directa con la educación o la civilización,
como en épocas anteriores. Ahora, va a ser la salvación. Es decir, como dijimos al principio de la entrada, lo que sea
el hombre ya no dependerá de él y sus logros, sino de un ser superior que lo ha
creado y que sólo el reconocimiento y el amor a este es lo que nos otorga la
dignidad que nos distingue y nos hace destacar sobre el resto de animales. En la
siguiente entrada, dedicada al Renacimiento, veremos cómo se produce una “vuelta
a lo humano” y volverá a ser el ser humano mismo, con su inteligencia, el
encargado de dotar de sentido su propia existencia.
Blogger dixit
[1] La región Sur de Europa,
sobretodo España, y Norte de África pasarán a formar parte del imperio islámico
(preocupado por el proceso de civilización) y supondrá un avance con respecto
al cuadrante Norte de Europa ya que se sigue manteniendo y avanzando en los
logros obtenidos por Roma, con las diferencias propias que supone la aparición
de un nuevo imperio sostenido por unos pilares y creencias distintos a los ya
existentes.
[2] PELE, A. Modelos de dignidad del ser humano en la Edad Media. Revista Derechos y Libertades. Ed. Universidad
Carlos III. Número 21. Madrid, 2009, p.2
-
CHOZA, J. Historia cultural del humanismo. Ed. Thémata/ Plaza y Valdés. Sevilla/Madrid. 2009
P. 64
[4] Es digno de mencionar el
esfuerzo de Santo Tomás con su Summa
contra gentiles y el objetivo de esta que es lograr que todos los seres
humanos alcancen la gracia divina, sino por la fe como los cristianos, al menos
por la razón. Entiende que la razón ha sido un regalo de Dios otorgado a toda
la humanidad y por tanto, a partir de ella, podemos llegar a Dios y a su
existencia.
que buena información!!
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