lunes, 19 de agosto de 2013

¿Ciencia ficción o filosofía real? (IV)



Nave Klingon, Star Trek (liquidsouldesign.deviantart.com)

6.-Formas de perder la libertad.

La distopía nos ha mostrado infinitas formas de perder la libertad. Las cuales pueden ser recogidas en tres grupos que, a mi entender, están muy ligados entre sí y que abarcan la mayoría de los relatos:

1-Por el dominio de alguna raza invasora venida del espacio. Y es que no todos los extraterrestres son como Superman o E.T . Uno de los primeros en tratar este asunto fue H. G. Wells a finales del S.XIX con su obra La guerra de los mundos (adaptada a la radio causando gran conmoción en la audiencia y posteriormente convertida en película en dos ocasiones). Otras han sido en novela: Los hombres de Venus  de G. H. White (pseudónimo del valenciano Pascual Enguídanos), Amos de títeres de R. A. Heinlein y La nube negra de F. Hoyle. En cine: El pueblo de los malditos de J.Wyndham, Independence day de R. Emmerich, Mars attaks de T. Burton o Invasión a la tierra de J. Liebesman. Lo que subyace a estas invasiones es una especie de castigo por nuestra arrogancia y vanidad al creer que somos la única raza inteligente del universo y por ello nos creemos legitimados para hacer con éste, concretamente con nuestro planeta, lo que nos venga en gana. La única solución posible a la invasión es una llamada a la conciencia a dos niveles: sociopolítico y ecológico. En el primero de ellos debemos de comprender que luchando por separado contra los invasores nunca venceremos. Sólo lo lograremos uniéndonos con nuestros vecinos, superando las barreras ideológicas y prejuicios que nos alejan de ellos, uniéndonos en la búsqueda de un bien común: la supervivencia de la especie.
A nivel ecológico estas obras resultan ser una llamada de atención ante la dominación que ejerce el ser humano sobre la naturaleza. La explotación masiva a la que la sometemos en la búsqueda de recursos y cómo destruimos especies y hábitats enteros para ello. Siendo un ejemplo claro las películas Avatar y Ultimatum a laTierra. Extrapolando la cuestión y trasladándolo al ámbito de la invasión extraterrestre vemos que en la mayoría de los casos se interesan en nuestro planeta por los recursos que poseemos sin importarle si para lograrlos nos aniquilan. Estos alienígenas representan una metáfora de nosotros mismos y el campo de batalla una pérdida de valores causada por el ansia voraz de enriquecimiento. Las obras de este tipo nos muestran que sólo si despertamos un espíritu responsable, fraternal, solidario y ecológico lograremos vencer a los extraterrestres. En definitiva, a nosotros mismos y nuestro egoísmo.  Siguiendo un recorrido lógico esta causa nos puede llevar a la siguiente.
                                      Cartel promocional de "Ultimatum a la Tierra" (R. Wise. 20th Century Fox, 1951)



2- Por el dominio del hombre sobre sí mismo. El ser humano es un ser violento. Somos la única especie que matamos por placer, más allá de la supervivencia.  Los únicos que buscamos (y encontramos) las mejores técnicas para producir dolor. No hay que olvidar las palabras dichas por Plauto hace más de dos mil años: “El hombre es un lobo para el hombre” [1]. Idea que llega a desmontar la teoría del intelectualismo moral[2] socrática, y su concepto de hombre, ya que ponemos la razón al servicio del mal. Así lo han hecho aquellos que, en principio, son los que más alto grado de razón ejercen, los hombres y mujeres de ciencia. Nos referimos exclusivamente a aquellos que realizan su labor más allá de lo establecido por la sociedad como moralmente aceptable entrando en el terreno de lo prohibido. Es el caso de doctores como: Frankenstein, Jekyl o Moreau (ya mencionados) y los tabúes que tocan. En muchas ocasiones, movidos bien por la venganza o el dinero, bien por fines políticos, ambición o puro placer ponen todo su empeño y saber en acabar con la especie humana o, al menos, con una parte de esta (normalmente los Estados Unidos de América y los valores que representan). Es el caso de los doctores Lovejoy (Teléfono rojo… ¿Volamos hacia Moscú?) y Mabuse (Los crímenes del Dr. Mabuse) o en los cómics, y su posterior adaptación cinematográfica: Lex Luthor en Superman, El Dr. Otto Octavius o Dr. Octopus en Spiderman  y el Dr. Doom en Los cuatro fantásticos. Pero la locura no sólo afecta a la humanidad en general, también la afligen a casos particulares, donde quizás pueden mostrar una mayor inhumanidad, ya que  puede ser más cruel atacar a una persona que a mil cuando sabes su nombre y conoces su vida, y los ejecutores ya dejan de ser científicos para ser el gobierno o instituciones de éste. Ejemplos novelados que ilustran esta idea pueden ser: La naranja mecánica de A. Burgess en la que mediante el uso de drogas y técnicas psicológicas conductistas a presos se produce un lavado de cerebro[3] (en la obra se denomina “tratamiento Ludovico”), ya que se altera la conducta del individuo eliminando su libre albedrío; o en 1.984, donde aunque se ejerza un poder represivo masivo por parte de “El gran hermano”, asistimos al caso particular de Winston Smith y su pérdida de la individualidad a través de un proceso de “reeducación” basado en la tortura. Otros ejemplos son Un mundo feliz o algunos de los relatos de la trilogía La Fundación, también conocida como “El ciclo de Trántor” de I. Asimov. En este último caso, donde el gobierno se convierte en el enemigo del pueblo, el esquema que se suele seguir, mencionado anteriormente, es el siguiente: una minoría ejerce un poder opresor sobre la mayoría gracias al control de la ciencia y la tecnología. Se pone de relieve cómo un avance interesado de la técnica basado en la premisa “el poder por el poder” y la falta de moral en éste, trae consecuencias fatales para la humanidad (injusticia y sinrazón, aislamiento e incomunicación, sufrimiento y represión…). Lo que subyace a todas estas obras es el recelo ante la idea de que un desarrollo tecnológico sin control será movido únicamente por el ansia de poder y el lucro. Debemos procurar lograr todo lo contrario, una “ciencia con conciencia”. Si no se alcanza podemos llegar al tercer caso.

                                                                Isaac Asimov



3-Dominados por las máquinas que se han desarrollado al máximo a raíz de su perfeccionamiento, y que se rebelan contra sus creadores. En este apartado no nos referimos a las naves espaciales ni tampoco a inventos increíbles que con un fogonazo nos borran la memoria selectivamente o nos hacen viajar hasta el año 1.885. Nos referimos a las máquinas dotadas de inteligencia artificial, los robots. Aunque existen ejemplos de todo lo contrario: los que ayudan y acompañan a los humanos y que aspiran a ser como ellos (“Robby” en El planeta prohibido, “Andrew” o “NDR-114” en El hombre bicentenario, “Número 5” en Cortocircuito y “R2D2” y “C3PO” en La guerra de las galaxias). No obstante, lo más común es que no se conformen con su situación de esclavitud y desobedezcan  nuestros mandatos sublevándose como ocurre, por ejemplo, en la ya mencionada Frankenstein, en La rebelión de las máquinas de S. King o en películas como Mátrix, Tron y Yo, robot (inspirada en uno de los relatos de I. Asimov). Adquieren conciencia y una personalidad compleja que les hace ser unos personajes más de estas historias, como son: “Multivac” en numerosos relatos de I. Asimov (creador, precisamente, de las “Leyes de la robótica”[4]), los replicantes “Nexus” en Blade Runner, “Proteus” en El engendro mecánico y “HAL 9000”, la computadora de la nave de 2001, Odisea en el espacio. Los más pesimistas ven en los robots inteligentes el próximo estadio evolutivo de la humanidad y que estos acabarán suprimiendo o convirtiendo en mascotas a los humanos. Como ocurre, por ejemplo, en La fuga de Logan o en Lemmy contra Alphaville. Para sostener tales tesis de un futuro transhumanista se basan en las ideas de científicos como el ingeniero en robótica  H. Moravec, profesor del Carnegie Mellon University  (Pennsylvania, EE.UU.) que sostiene que para el año 2.040 habremos desarrollado un ordenador con la capacidad de crear otros ordenadores más avanzados que él. Los cuales, estarán intercomunicados creando así una especie de súper ordenador único. Este, al no tener problemas para sobrevivir por el espacio, se expandirá por todo el universo creando, de esta forma, una nueva forma de vida y un orden universal en el que dominen las máquinas[5]. En la misma línea, el experto en el desarrollo de inteligencia artificial Marvin Minsky, profesor del M.I.T. (Instituto tecnológico de Massachussets) afirma que el ser humano no será por más tiempo la última creación puesto que  los ordenadores con inteligencia artificial nos reemplazarán .Ya que en comparación los robots han evolucionado diez millones de veces más rápido que nosotros. Sólo hay que pensar que si el maquinismo del S.XIX sustituyó nuestro trabajo físico, la informática del S.XX nuestro trabajo mental ¿Qué sustituirá la robótica en el S.XXI sino al propio ser humano? 


                                                                                                           HAL-9000


-Como vemos, en los tres grupos subyace una llamada de advertencia de los peligros que engendra el avance de la ciencia guiado por el esquema maquiavélico “el fin justifica los medios” ya que estos “medios”, a la larga, se convierten en “miedos”. Es el momento de recordar las palabras del físico austríaco F. Capra: “Para superar nuestra polifacética crisis, no necesitamos más energía, sino una profunda modificación de nuestros valores, actitudes y modos de vida”[6]-


Blogger dixit


[1] Homo homini lupus. Lupus est homo homini. Non homo”.

[2] Teoría moral que entiende que el mal es causado por los ignorantes ya que quien es capaz de distinguir entre el bien y el mal jamás optará por el segundo.

[3] Término  acuñado por el periodista Edward Hunter en el artículo que escribió para el “Vanguard Press” de Nueva York en 1951 titulado “Brainwashing in Red China”.  Los lavados de cerebro fueron muy empleados por el bando comunista durante la Guerra de Corea (1950-1953) para modificar las opiniones políticas y sociales de los prisioneros acerca de la moral de Occidente. Se persigue con estos, mediante el uso de distintas técnicas psicológicas de tortura anular la voluntad del sujeto. Así ocurrió en la China maoísta o en la Rusia estalinista.

[4] Estas nacen con el propósito de proteger a la humanidad ante una posible rebelión de las máquinas:
- Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

[5]Moravec afirma que el proceso evolutivo de los ordenadores y robots con inteligencia artificial será el siguiente: En el 2.010 tendríamos la tecnología  suficiente para crear robots con el cerebro de pequeños lagartos, en el 2.020 robots con el cerebro de ratones, en el 2.030 su cerebro se asimilará al de simios inteligentes y finalmente en el 2.040 tendrán desarrolladas las mismas facultades que cualquier ser humano.

[6] Capra, F. El punto crucial, p.275. Ed. Integral. Barcelona, 1985

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