martes, 9 de julio de 2013

¿Ciencia Ficción o Filosofía Real? (I)





Imagen de la nave estelar USS-Enterprise NCC-1701 tomada de: http://cienciaficcioneneliesmassanassa.blogspot.com.es/


Esta y las siguientes entradas forman parte de un artículo publicado en el año 2012 por la revista Scifiworld que llevaba por nombre el mismo título. Debido a que tras su publicación mucha gente no pudo hacerse con la revista y, pasado más de un año de su publicación paso a publicarlo en este blog (revisado y ampliado en alguna de sus partes). En dicho artículo planteo una serie de cuestiones pertenecientes al ámbito filosófico como son: ¿Qué es el ser humanos? ¿Existe la libertad? ¿Qué tipo de relación mantenemos con la tecnología? A estas cuestiones tan fundamentales dentro del ámbito de la antropología filosófico intento darles respuestas, o bien un original marco de discusión y contextualización, a partir del género de la ciencia ficción y sus principales ámbitos de desarrollo y expresión como son la literatura, el cine y los videojuegos. Es evidente que a medida que se leen las entradas alos lectores le surgirán otros ejemplos, posiblemente más acertados de los aquí expuestos. Pido vuestra comprensión ya que al ser un género tan amplio es imposible de abarcar y, desde aquí, os pido que me déis vuestra opinión.
Muchas gracias 
(Debido a mi desconocimiento respecto a derechos de autor si en algún momento vulnero los derechos de la revista Scifiworld pido que se pongan en contacto conmigo y borraré dichas entradas)

1.- Introducción. El arte como producto humano.
De todas las creaciones surgidas del intelecto humano el arte es la más asombrosa por varios motivos: no persigue ninguna finalidad más allá del goce y disfrute, es la expresión plástica del inconsciente colectivo de su presente histórico (expresa la mentalidad de su época) y, además, depende por completo de dos modos propios de la razón, los cuales, al ser exclusivos de nuestra especie, hacen del arte algo genuinamente humano. Estos son: la abstracción y la imaginación. Dichas cualidades implican, entre otras cosas, tener plena conciencia de nuestro ser, del mundo y de nuestra relación con éste ya que esto es nuestra vida[1]. El que la temporalidad vertebre nuestra existencia es una verdad que sólo entienden los humanos. Los animales no piensan en el futuro, su mundo es el presente. Nosotros, en cambio, hacemos testamentos ya que somos capaces de pensar, no sólo en la vida, sino en la muerte sabiendo que esta nos llegará a todos. Esta cualidad de la razón fue la que, a grosso modo, suplió nuestra carencia de instintos y nos permitió sobrevivir. Es decir, entender, por ejemplo, cuándo era la mejor época de siembra o saber que en el futuro necesitaríamos la piel de los animales que cazábamos para calentarnos nos permitió poder llegar a ser lo que hoy somos. Dicho de otro modo: conocer el pasado y entender el presente es lo que nos permite prever lo que puede ocurrir. En definitiva, esto no es más que abstraer e imaginar y de ahí la importancia que tienen.
Dentro de las representaciones artísticas, me atrevería a decir que en la historia de la humanidad es la literatura la que más ha hecho uso de estas capacidades (el cine es un invento de finales del S.XIX y la televisión lo es de mediados del pasado S.XX).
De entre los distintos géneros literarios que existen debemos destacar en un primer momento el de ficción y en concreto el fantástico. Aquel que su mismo nombre ya nos indica que fantasea con cosas –a priori- imposibles, que sueña con seres de otros mundos y que imagina hechos increíbles que escapan a nuestra comprensión.


2.- El desarrollo histórico del género.
La primera vez que se emplea el término “ciencia ficción” fue en la década de 1920, cuando a finales de esta, el luxemburgués Hugo Gernsback, fundador de la revista Amazing Stories, se refiere a los relatos que publicaba como: “Narraciones fantásticas entremezcladas con hechos científicos y visiones proféticas”. Pero, realmente, estas narraciones son muy anteriores al S.XX. Ni siquiera es algo exclusivo de occidente ni de nuestra era. Todo lo contrario, es algo universal que se ha dado en todas las culturas y a lo largo de más de dos mil años. En estos relatos antiguos, pese a no contar con grandes máquinas ni artefactos mecánicos sí se nos habla, por ejemplo, de viajes fantásticos a la Luna, de contacto con otros seres, de civilizaciones perdidas o de viajes en el tiempo. Por ello debemos verlos como los antepasados lejanos del género ya que abordan la misma temática fantástica aunque empleen para ello fórmulas como la del durmiente y no el uso de una tecnología avanzada. Así nos encontramos, por citar sólo algunos, en el S.III a.C la obra Icaromenipo del filósofo cínico Menipo de Gadara, en el S.II de nuestra era con los relatos recogidos bajo el nombre Historias verdaderas de Luciano de Samosata y los escritos de Lucio Apuleyo. En España, mencionar dos escritos como son el relato Hayi Ibn Yaqdan del S.XII escrito por el filósofo granadino Abentofail y que marcó un precedente para el Robinson Crusoe de D. Defoe; el Libro Áureo de Marco Aurelio, publicado en Sevilla en 1.527 por el fraile Antonio de Guevara. Pero fue en el Renacimiento cuando este género se nutrió de un elemento novedoso hasta ese momento, la ciencia. Sin duda, el saber científico ha acompañado al ser humano desde sus mismos orígenes, pero no fue hasta el S.XIV con Guillermo de Ockham y el movimiento nominalista cuando no comenzó a desligarse de la religión liberándose del poder de esta[2]. Hasta ese momento la ciencia no había tenido la categoría que tiene en la actualidad y se la consideraba un saber de segundo orden. Citaré dos ejemplos claros de esta idea: el primero es que la ingeniería se consideraba un arte menor porque mejoraba únicamente el entorno de los trabajadores que no eran otros que los esclavos en Grecia y Roma y los siervos durante el Medievo; el segundo es que el telescopio era considerado más como un juguete para niños que como un instrumento de observación, debido a que se entendía que si somos criaturas creadas por Dios, que es un ser perfecto, nuestro ojo deberá de serlo también y, por tanto, no necesitaremos hacer uso de ningún artilugio creado por el ser humano. Es más, si nos muestra algo que no vemos, de modo natural, es porque es un engaño.
La emancipación definitiva de la ciencia respecto a lo religioso se dio a lo largo del S.XV d.C. y se trasladó al resto de disciplinas que conforman el saber que también estaban subordinadas a la religión. El resultado fue un cambio radical en la vida del ser humano y en su forma de concebir y relacionarse con el universo que lo rodeaba. Es en esta nueva época, sobre todo en el S.XVII, cuando la ciencia comienza a ocupar un lugar prioritario en nuestras vidas gracias a científicos  como Copérnico, Galileo, Kepler y Newton. Serán ahora los ingenieros, los matemáticos y los físicos los nuevos sabios que vendrán a ocupar el lugar dejado por los alquimistas, clérigos y filósofos. Los científicos, con sus inventos y descubrimientos, nos muestran una nueva realidad que viene escrita en lenguaje matemático y está dominada por el orden (aparece el método científico) y el progreso, ya que mejoran considerablemente nuestra calidad de vida.
Como dijimos al principio, el arte, la literatura más concretamente, expresaba la mentalidad de la época. Por tanto, es evidente que se hará eco de todos estos cambios. Así, el género fantástico comenzará a introducir en sus obras cada vez más elementos de estos nuevos saberes e irá tomando forma el género de la ciencia ficción. Aparecen escritos donde los avances logrados por el desarrollo de la técnica van adquiriendo más protagonismo y sirven como medio para transmitir un mensaje de contenido filosófico. Así ocurre con las obras de los pensadores franceses Cyrano de Bergerac y Voltaire: El otro mundo (1.657) y Micromegas (1.752), respectivamente. En estas, ambos, a partir del contacto con civilizaciones alienígenas, hacen una crítica del ser humano y las barbaries que este es capaz de cometer haciendo un mal uso de la razón y sus logros[3]


Cyrano de Berjerac
Este proceso de gestación del género, que se originó hace prácticamente dos mil años y que comienza a adquirir la forma que conocemos en el Renacimiento, culmina en la Inglaterra victoriana del S.XIX, más concretamente en 1.818, en plena revolución industrial, con la publicación de Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley. Considerada como la primera obra de ciencia ficción al adquirir la ciencia el papel determinante en el desarrollo de la acción, en este caso la electricidad y su capacidad de dar vida a seres inertes. En este siglo aparecen dos de los autores que marcarán el desarrollo posterior del género: el inglés H. G. Wells y el francés J. Verne[4]. Pero no fue hasta el primer tercio del pasado S.XX cuando este género gozó de su momento de mayor esplendor gracias a la aparición de numerosas publicaciones especializadas en el género fantástico que surgieron en Estados Unidos. Es la denominada “Edad de Oro”. Las más destacadas fueron: AmazingStories, Wonder Stories, Astounding Science-Fiction, If, Planet Stories y Fantastic. En Inglaterra destacar las publicaciones New Worlds, Authentic y Nebula. Todas ellas nacidas, en gran parte, gracias a los distintos avances científicos alcanzados y a determinados sucesos históricos que marcaron y afectaron al espíritu de la época y sirvieron de inspiración a los autores al escribir sus obras, que adquirieron la forma de novelas o de pequeños relatos y cuentos en las revistas: destacar las dos Guerras Mundiales, el auge de regímenes totalitarios alrededor del mundo, el desarrollo de la energía nuclear, el lanzamiento del Sputnik I y el inicio de la carrera espacial, el auge del capitalismo (en EE.UU y en Europa tras la segunda guerra mundial), la guerra fría y la época de Mc Arthur y su lucha contra el  comunismo. Estos últimos dieron lugar en la década de 1950 a las “Space operas”, trasnochadas obras del género western. 

Space opera
Posteriormente se pondría el acento en cuestiones políticas como: La revolución cultural china, la guerra de Vietnam, el apartheid en Sudáfrica, el Mayo revolucionario en Francia o la era conservadora de Reagan y Bush en EE.UU. y Tatcher en Gran Bretaña (inseguridad en las calles, represiones policiales, malestar y recelo ciudadano y guerras intervencionistas como las de Kuwait, Panamá y las Malvinas), la apertura de fronteras que supuso la perestroika de Gorvachov y la caída del muro de Berlín. Actualmente se pondría el acento en las repercusiones que tienen cuestiones tales como: los nuevos avances en el campo de la física teórica y práctica (la teoría de cuerdas, los cuantos de energía, los neutrinos, el bosón de Higgs,…), en ingeniería (la nanotecnología y robótica), en biología (genética, clonación,…), en telecomunicaciones (las nuevas aplicaciones de internet y avances en la tecnología de comunicación), en bioética y cuestiones medioambientales (el calentamiento global) y socioeconómicas (el consumismo radical). Sin olvidar un nuevo enemigo de occidente y su modelo norteamericano: el terrorismo islámico, una vez vencidos el nazismo y el comunismo. Todos estos temas son la fuente de inspiración de un género que aún hoy goza de buena salud y que, por su repercusión y popularidad, ha superado las barreras de la literatura para instalarse en otros medios como son la radio, el cómic, la televisión y el cine. Sistemas en los que se ha instalado definitivamente y que en la actualidad son el mejor medio de difusión del género. Así nos encontramos desde las tempranas películas Viaje a la luna[5]
o Metrópolis a las actuales Avatar, Distrito 9, Origen, Código fuente y Prometheus. Pasando por  las  consideradas “clásicos modernos” como son: Star Trek (en cine y televisión), Star wars, Blade Runner, El planeta de los simios, Mad Max, Matrix, Alien, E.T., Terminator, Robocop y Regreso al futuro. Además, destacar cómo en las últimas décadas se han adaptado a otro medio como son los videojuegos. Apareciendo así grandes sagas como: Metal gear, Fall out o Mass effect. Estos nuevos sistemas tecnológicos han conseguido llevar la narratividad a unas dimensiones y escenarios antes imposibles. El nuevo texto audiovisual y la interacción con la obra han enriquecido al género logrando que su ámbito trascienda el del lenguaje escrito y le dote de más energía de la que ha tenido jamás.

 Trailer de la película "Matrix" (Warner, 1999)


Blogger dixit


[1] Sobre esta relación el pensador alemán I. Kant dirá que es de conocimiento en la que existe un sujeto que conoce (nosotros) y un objeto conocido (el mundo) y el conocimiento se lleva a cabo mediante experiencias intelectuales y sensibles a las que denomina fenoménicas y que sólo pueden darse en el espacio y/o tiempo, de modo que lo que conforma a nuestra naturaleza son esas categorías. Esta idea del elemento espacio-temporal como categoría esencial que conforma nuestra naturaleza (la humanitas) ha sido recogida por pensadores del S.XX como Heidegger, Sartre o el propio Ortega y Gasset.
[2] La corriente de pensamiento dominante hasta aquella época (S.XV) era la escolástica. Doctrina filosófica que basaba sus tesis en los dogmas de la fe cristiana y a la que se subordinaba. Su máximo exponente fue Santo Tomás de Aquino (1.224 - 1.274)
[3] Digno de mención, al menos, es el caso del pensador y científico sueco del S.XVIII E. Swedenborg cuyos escritos, en su última época toman un cariz místico a partir de su contacto con seres que no eran de este planeta.

[4] Para muchos es discutible incluir al francés en esta lista de autores ya que entienden que sus obras son más propias del ámbito de la aventura juvenil que del género de la ciencia ficción pese a incluir elementos científicos y tecnológicos en estas.
[5] Basada en la obra homónima de J. Verne. Fue creada por los hermanos Méliés en 1.902, tan solo siete años después de que se inventase el cine. La importancia de esta obra radica en que es la primera que introduce elementos teatrales como la narración de una historia y emplear actores. Hasta ese momento las películas habían mostrado breves hechos de la vida cotidiana como obreros saliendo de fábricas o trenes pasando. Es interesante que la primera película, tal y como lo entendemos hoy día, fue de ciencia ficción.

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