lunes, 3 de marzo de 2014

Habermas y la cuestión humanista. Crítica al hegelianismo tradicional.



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Jürgen Habermas


Habermas va a desarrollar en su obra Ciencia y técnica como “ideología” una serie de ensayos en los que va a continuar, y matizar, las teorías desarrolladas por los frankfurtianos, especialmente las planteadas por H. Marcuse[1] sobre el concepto de razón tecnológica e instrumentación de la realidad como elementos contrarios a un desarrollo sano de nuestra humanitas. Lo que da como resultado a la, ya conocida, “muerte del hombre”.


En esta entrada analizaremos la postura contraria que mantiene Habermas con respecto a los principios que Hegel establece como constitutivos de nuestra humanitas y que posibilitan la transformación de la conciencia en espíritu universal. Estos son: la ética, el lenguaje y el trabajo. 


Se centrará en el estudio de Hegel ya que este autor ha sido uno de los pensadores que más han influido en el pensamiento de los autores fundamentales para el S.XX. Como son Husserl, Marx o Heidegger. Pensadores que han desarrollados las principales corrientes de pensamiento filosófico y político (la fenomenología, el socialismo o el existencialismo) que han dado forma a nuestra mentalidad y han servido de simiente para los actuales sistemas de pensamiento. Habermas pretende hacernos ver que una de las claves de la actual crisis de pensamiento y valores se encuentra en el haber seguido “a pies juntillas” el hegelianismo sin haber sometido a grandes críticas el enorme y oscuro edificio de pensamiento que construyó en el S.XIX. Posiblemente esto vino causado porque los pensadores posteriores se centraron en analizar la lucha entre la izquierda y la derecha hegeliana sin saber ver que el auténtico foco de análisis era anterior a estas disputas; la concepción teleológica de la historia. 

 
Corte del programa de TV "Filosofía aquí y ahora" en el que el filósofo J.P. Feinman expone la concepción histórica de Hegel.


La cuestión hegeliana.

Para tal análisis se centrará en la concepción teleológica que este tiene de la historia. La cual, sigue un proceso dialéctico que expone en dos de sus obras; Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal y La Fenomenología del Espíritu. Será en esta concepción de la historia basada en una falsa idea de progreso en la que Habermas localizará la raíz del problema ya que nos muestra cómo, en opinión de Hegel, el espíritu absoluto[2] (máximo desarrollo posible de la humanidad) se manifiesta en tres dimensiones constitutivas del ser humano: la ética, el lenguaje y el trabajo. Para Habermas será al contrario ya que entiende que estos tres elementos son los que constituyen nuestra naturaleza.

 
G.W.F.Hegel
Hegel entiende que el espíritu es aquello que engloba al individuo y lo liga con otros creando un nexo de unión. Así, por ejemplo, hoy día se habla del “espíritu de una época” para englobar el pensamiento común de una sociedad en un momento determinado. Es a partir de unas leyes que aceptamos y que rigen nuestro comportamiento, una gramática común que sirve para comunicar nuestras ideas de una forma exacta y de un trabajo organizado que asegura el buen funcionamiento del grupo cuando estamos preparados para avanzar históricamente y evolucionar. Por tanto, entendemos que la formación de la humanitas para Hegel no parte de un individuo particular, sino del acuerdo de muchos. Por lo que lo importante para este alemán será el cómo conseguimos pasar de lo individual a lo general (de lo subjetivo a lo objetivo). De ahí la importancia que da a estos tres elementos ya que sin ellos no podríamos hablar de humanismo. Así, el individuo necesita de estos elementos y de su interacción para formarse como persona.

 

La ética

Su concepto de la ética partirá de la interacción con el grupo ya que somos seres sociales y al nacer lo hacemos dentro del seno de una familia que se encargará de trasmitir las normas establecidas por la sociedad en la que se integra. Además, hay que indicar que su concepción será kantiana ya que entiende que en nuestro actuar lo primordial no es gozar de libertad y buena voluntad. Si no de lo que se trata es de reconocerla en el otro y tratar a este como un igual. Así dirá:

“Cada sujeto particular al examinar sus propias máximas para ver si son idóneas como principios de una legislación universal, tiene que suponer esas mismas máximas de acción a todos los demás sujetos como máximas igualmente obligatorias para ellos”[3]

El lenguaje

Del lenguaje valorará lo que denominó “la acción comunicativa” que entendió que es el medio en el que desarrollamos nuestra autoconciencia, nuestro yo. Ya que nos hace ser capaces de distinguir nuestra conciencia de la conciencia de los demás. Pero la fuerza del lenguaje no acaba ahí ya que sobretodo es comunicación y nos ayuda a conocer y diferenciar el mundo exterior que nos rodea. Haciendo que este pase de ser un caos de imágenes en el que nos encontramos sumergidos a un cosmos de conceptos por el que nos movemos a nuestro antojo. Lenguaje es crear una gramática común, compartida y aceptada, que nos ayuda a exponer nuestras ideas y deseos. Siendo esto el medio para desarrollar nuestra razón. Pero sobretodo de adquirir memoria que es lo que permite que esta relación se mantenga a lo largo de distintas generaciones y nos haga adquirir conciencia y avanzar intelectualmente. 

“Solo con el lenguaje y en él se separan el ser de la conciencia y el ser de la naturaleza para la conciencia. El espíritu, por así decirlo, despierta de su sueño cuando el reino de las imágenes ha sido traducido al reino de los nombres.”[4]

El trabajo

En lo que se refiere al trabajo ve que la importancia de este recae en la mediación que establece entre sujeto y objeto ya que supone, por una parte, la suspensión de la satisfacción inmediata de los deseos y una organización social ordenada. Ambos conceptos están relacionados ya que la no satisfacción inmediata hace que transfiramos nuestras energías, tanto físicas como intelectuales, a la naturaleza. Lo que da lugar a un dominio instrumental de esta y nos permite ordenar al grupo en función de las labores que desempeñamos dentro de este. Ambos elementos (dominio y ordenación) sirven para mejorar la calidad de vida, tanto a nivel individual como grupal.


Conclusiones

Habermas ve que los planteamientos humanistas de Hegel están equivocados, y por tanto los posteriores marxistas, porque entendía que la humanitas surgía de la interacción justa de tres elementos. No supo ver que la relación natural entre trabajo y la interacción con los otros dos elementos no es natural y, por tanto, no existe dentro de nuestro ser. De tal modo que el trabajo no puede ser entendido como un  elemento de nuestra esencia que nos hace progresar y mejorar. Es, por el contrario, nuestra relación con el trabajo ya que al nacer como fruto de la organización social que hemos desarrollado es artificial. La prueba más clara es que si hubiésemos creado otra organización social distinta, la idea de trabajo (si existiese) sería otra. Por tanto, Habermas entiende que el trabajo no es constitutivo ni para nuestra humanitas, ni para nuestro desarrollo histórico.Hegel entendió que el trabajo era connatural a nuestra esencia porque el edificio moral sobre el que se erigía la sociedad burguesa alemana de su época era firme, ecuánime y objetivo. Muy distinto al grecorromano en donde reinaba la injusticia y el desequilibrio (prueba clara era la existencia de la esclavitud). Por loq ue vió en un análisis de la historia cómo el ser humano progresaba y junto a el lo hacía el trabajo, entendiendo este como la relación que establece con el mundo y con otros seres. 

-No será hasta el marxismo cuando se sepa ver la falsa idea de emancipación que el capitalismo había creado con su idea de libre contrato que enmascaraba la violencia social subyacente al trabajo basado en un salario. Por tanto, lo que hace es despojar al trabajo de su halo humanista ya que este surge realmente para cubrir necesidades propias de nuestra supervivencia y no para llegar colectivamente al espíritu universal. Así, la interacción social queda reducida a instrumental-. 

Blogger dixit


[1] De hecho, esta obra nace como un regalo que hace a Marcuse en el día de su septuagésimo aniversario, el 19 de julio de 1968. Esta es un compendio de varios artículos seleccionados que giran en torno a la filosofía de este.



[2] Hegel hace un pormenorizado análisis de la Historia (principalmente la europea), la cual entiende teleológica y con un movimiento dialéctico. Su análisis comenzará en la Grecia clásica y concluirá en su presente. Dirá que en todo este tiempo nuestra humanitas (o espíritu, Geist) pasa por seis estadios evolutivos que van desde el primero (espíritu subjetivo) hasta llegar al último y más perfecto, que denomina el del Espíritu absoluto. Alcanzado históricamente por la sociedad intelectual alemana del S.XIX.


[3] Habermas, J. Ciencia y técnica como “ideología”. Ed. Tecnos. Madrid. 1999. P.23



[4] Ibid. P.27.

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