jueves, 3 de mayo de 2012

El existencialismo es un humanismo. La humanitas en el S.XX


Esta entrada nace para comentar la obra El existencialismo es un humanismo. Este es un pequeño escrito de Jean Paul Sartre (1905-1980), máximo exponente del existencialismo. En esta el francés entra a discutir una de las grandes cuestiones que han conformado la historia de la filosofía occidental. Esta no es otra que la de la humanitas. Es decir, la idea del humanismo, entendido como una naturaleza común a todos los seres humanos. No sólo el debate ha girado sobre la existencia o no de tal concepto sino que, de existir esta humanidad saber si es cerrada y, por tanto, no ha cambiado desde que apareció el primer homo sapiens sapiens o si, por el contrario, va cambiando con el tiempo. De ser así entonces se debe descubrir cuáles son aquellos factores que la determinan. Esta cuestión tan general toma especial relevancia en el S.XX debido a los tristes acontecimientos bélicos de los que hemos sido testigos. ¿Cómo aquél ser del que el siglo anterior auguraba los más altos logros y cotas acaba siendo su propio verdugo? ¿Por qué esa inteligencia y desarrollo tecnológico que nos podían haber llevado a ser mejores seres nos ha condenado?
Sartre entiende que es necesaria una reelaboración del concepto mismo de humanitas. Así, en su escrito reivindica el humanismo para su movimiento ya que entiende que lo que define al ser humano son dos de sus facultades: la voluntad y el entendimiento. Es así ya que las concibe como los pilares sobre los que se sustentan la existencia y la esencia humana. 

Esta selección de vídeos que expongo a continuación conforman la explicación de la filosofía de J.P. Sartre dada por el pensador, y divulgador, español Fernando Savater para el programa de televisión "La aventura del pensamiento" 
Parte 1 de 3


Podemos afirmar que el existencialismo va a ser la investigación sobre la existencia humana a nivel individual. En su definición de hombre no va a salir de la existencia concreta y particular de lo que sea cada persona y será aquí donde resida la originalidad de su planteamiento puesto que en los dos últimos siglos el ámbito desde el que se concebía a este era el público (social y político) relacionándose la idea de humanitas con otras como la: libertad, igualdad y fraternidad. Así, el auténtico valor del análisis sartriano reside en haber sabido rescatar del ámbito público al humanismo.


Además, en este escrito se defiende de los ataques a las críticas que le plantean pensadores de corte marxista y católico, que eran las tendencias humanistas más influyentes en el S.XX. El marxismo lo tildará de ser un movimiento quietista que niega toda posibilidad de acción humana y, por ende, de darle un papel pasivo al hombre en su relación con el mundo y la sociedad. El cristianismo, por su parte, acusará a la filosofía de Sartre de ser ignominiosa ya que únicamente muestra el lado más oscuro del ser humano obviando todo aquello de bueno y divino que tiene y que lo acerca al Padre y a la salvación. Tras estas fuertes críticas, el francés, responderá duramente; al cristianismo lo acusará de alienar al hombre haciéndolo mirar al más allá y al marxismo por entender a la humanidad colectivamente, como clase social, y no de forma individual. Estos ataques al existencialismo aparecen porque el francés entiende al ser humano y su humanitas de una forma original midiéndolo por unos parámetros que se alejan de los clásicos; estudia al ser humano individualmente a partir de su acción concreta. Lo que hace, con esto, es un descubrimiento fundamental para el desarrollo de humanismo del S.XX, la realidad ontológica humana.
 
Sartre aclarará que la rama existencialista que él defiende es la de corte ateo (alejada de la religiosa inaugurada por K. Jaspers), rama en la que incluirá a Heidegger y que, levantará las críticas del alemán en su obra Carta sobre el humanismo. Para el francés, que su pensamiento borre a la figura de Dios, alejándose de los pensadores cristianos, centrando la existencia en la acción, por un lado otorga coherencia al movimiento y por otro implica una consecuencia muy importante: El hombre será el único ser cuya existencia preceda a su esencia. Es decir, somos seres que nos hacemos al ir viviendo, al actuar en el mundo, y que no estamos prefijados por ningún elemento; ni por nuestra naturaleza ni por el capricho de un ser todopoderoso.
Dios, a partir de ahora, ya no será ese único Ser distinto y superior creador del universo, de todos los seres y que establece el orden en el mundo. Ya que de ser así nuestra naturaleza es cerrada y está definida incluso antes de nacer ya que seríamos la obra de un ser superior que marca nuestro actuar. Sartre quiere romper con esta creencia y otorgar dignidad al humano. Para ello, su proyecto debe comenzar eliminando al padre y emancipando al hijo. La segunda consecuencia, que surge directamente de la primera, es que no podrá darse una definición cerrada acerca del ser humano y de lo que este es porque, como indica Sartre, el hombre comienza siendo nada; al nacer somos vacío. Llegamos a un mundo sin conocimientos, sin prejuicios, nuestra mente y nuestro cuerpo son tabulas rasas que se irán llenando con las vivencias y conocimientos que vayamos teniendo y adquiriendo a lo largo de nuestras vidas y que harán de cada uno de nosotros seres distintos y únicos. Así, la suya es una filosofía de acción ya que el ser humano es un ser que tiene como misión el hacerse constantemente puesto que nunca está acabado y que toda la responsabilidad de este “llegar a ser” depende única y exclusivamente de sí mismo. Somos “ser-para-sí”, lo que significa que somos seres abiertos y que tenemos que hacernos al vivir. Esto nos hace únicos distinguiéndonos del resto de seres cerrados y acabados que son “ser-en-sí”. Es más, sin Dios, no habrá posibilidad alguna de existencia de sistemas morales generales que indiquen cómo debemos actuar ya que no habrá ningún signo exterior que marque nuestra actuar y por tanto seremos libres. 

Parte 2 de 3


Esta concepción implica que se abandone el concepto de “Historia” hegeliano así como el optimismo de los planteamientos marxistas y de todo tipo de metarrelato que suponga un plan prefijado y una finalidad última ya que no hay universalidad ni naturaleza humana por lo que habrá que entender al hombre y analizarlo a partir de las condiciones particulares de la época que le ha tocado vivir y no desde los parámetros de una Historia única y general. Como dirá: Dependemos de nuestra época y no de una naturaleza humana -¡Somos libres! Pero esta libertad no implica anarquía ya que es una libertad responsable que limitará todo capricho y fantasía ya que implica responsabilidad-. Nuestro ser está en nuestras manos y está en nosotros el ser héroes, valientes y buenos o por el contrario ser débiles, villanos y malos. Sin Dios los contenidos morales serán variables ya que antes de nuestra existencia la vida no tiene sentido, el sentido se lo damos nosotros y lo hacemos precisamente al existir. De nosotros depende dar respuesta a la pregunta ¿Qué es el ser humano? Sartre afirma que el existencialismo no sólo no es pesimista ni ignominioso ni libre de compromiso sino que es optimista y alentador y que es una filosofía que analiza y se centra en el ser humano tomando a este como fin último y superior ya que sólo depende de nosotros que seamos como queramos ser.   

Parte 3 de 3

  A modo de conclusión podemos establecer que para el francés, el humanismo consiste en la apertura del ser humano, en no estar encerrados en nosotros mismos ya que esta falta de cosificación hace del ser humano un ser genuino. Completará su tesis diciendo que el ser humano es un ser arrojado al mundo (esta es la idea que lo une, según su entender, al alemán M. Heidegger). Eso significa que está obligado a estar  y a desarrollarse en él. Así, surgirán en nosotros sentimientos tales como: La responsabilidad, la angustia y el desamparo. Conceptos, todos ellos, relacionados con la acción y la libre elección, términos claves para el pensamiento existencialista. 

Con esta entrada sólo quería exponer cuál ha sido una de las posturas más relevantes que se han dado en el pasado S.XX en torno a la idea de humanitas y su existencia. A partir de esta definición aportada por Sartre junto con la dada por Heidegger han conformado, a mi entender, las posturas posmodernas de las cuales aún hoy día seguimos bebiendo y que nos permiten entender mejor qué y quienes somos, aunque como apuntó muy inteligentemente Horkheimer, el estudio de las grandes cuestiones se ha agotado.

He querido colgar este último vídeo para que podamos escuchar directamente al autor que hemos comentado en esta entrada.

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