jueves, 29 de marzo de 2012

La evolución (I). Definición



Este es un concepto clave en el ámbito del pensamiento por todas las implicaciones que tiene. No sólo en el filosófico, sino también en el científico ya que afecta a todas las dimensiones y aspectos de la vida del ser humano. Por ello creo que es un tema que debemos de tratar a lo largo de varias entradas en este blog. Creo que la mejor forma de analizarlo sea dar primero una definición de tal concepto (finalidad de esta entrada), posteriormente tratar las principales teorías evolutivas para poder así pasar del ámbito científico y biológico a otros con más implicación filosófica como pueden ser: El social, cultural, económico o político. Finalizando con una aproximación a la antropogénesis –Debo aclarar que como esta primera entrada pretende un análisis desde el ámbito científico no se hará referencia a cuestiones teológicas. Dichas cuestiones las dejaremos para otra entrada ya que es un tema más amplio, si cabe, que este que tratamos ahora.-

Evolución, en un primer momento, significa cambio ya que implica que el estado actual de un sistema es el resultado de un proceso continuo venido de un estadio anterior. Es una idea muy general ya que también era aceptada por los defensores de las teorías catastrofistas que admiten el cambio pero no la evolución (La teoría catastrofista es aquella que entiende que el origen de la vida viene motivado por momentos violentos, catástrofes, en la naturaleza. Así, los dinosaurios fueron catalogados como criaturas antediluvianas y las especies actuales como postdiluvianas. No habiendo sufrido estas ninguna transformación en sus organismos ya que obedecerían a un diseño fijado por Dios. Por ello estas teorías han sido calificadas como fijismo).
Necesitamos ampliar la definición y así añadimos el concepto de armonía, en tanto en cuanto, esta es dadora de sentido. Para entender esta idea podemos decir que en una baraja de cartas al pasar de un naipe a otro hay un cambio, ya que aparece uno distinto, pero el cambio puede ser arbitrario y desordenado como cuando barajamos o sistemático cuando las cartas están ordenadas por número y “palo”. Hay pensadores, como Bergson, que ven en esta armonía una falacia o un paralogismo (razonamiento que pretende ser racional cuando se apoya en supuestos no comprobables) ya que como conocemos el resultado final del proceso evolutivo, las criaturas que viven en la actualidad y nosotros mismos, podemos tender estos estudios hacia donde pretendemos llegar “forzando” las conclusiones en nuestro interés.
Por ello debemos de añadir aún más otro concepto a la definición. Este es la complejidad. La teoría de Bergson es desmontada por la ciencia actual ya que entiende que existen pruebas que muestran cómo a lo largo del tiempo los organismos de todas las especies van complicándose cada vez más. Como dijo Spencer: “Pasamos de lo homogéneo a lo heterogéneo”. Es decir, cada cambio que se opera en nuestro organismo da lugar a una estructura que podríamos entender más completa y perfecta. Podríamos decir, en términos físicos de termodinámica, que el proceso evolutivo es un movimiento entrópico negativo ya que no tiende al orden y a igualar a los organismos o partes de estos sino a diferenciarlos. Un ejemplo: Al igual que el agua fría y la caliente al juntarse darían agua de una misma temperatura los picos de todas las aves tenderían a ser iguales y vemos como en la realidad ocurre lo contrario. El pico de una paloma no es como el del águila y el de esta es distinto al de un tucán o un loro. Es decir, tendemos a la complejidad y a la diferenciación. Por tanto podemos establecer que la complejidad en los organismos es la que da lugar a la diversidad biológica.
Siguiendo con la noción de complejidad podemos añadir al concepto de evolución otra idea más y es la de dirección. Puesto que los cambios que se operan en los organismos son más complejos podemos ver una línea de ascenso en estos. Es decir, podemos entender que existe un recorrido en el proceso evolutivo. Este debe de ser rectilíneo ya que los cambios siempre se realizan para pasar de un estado previo a uno superior y esta ascensión se refiere a la complejidad, la cual, como ya sabemos implica perfección. El recorrido debe ser en línea recta ya que si fuera circular significaría volver atrás, a estados previos y más simples, menos perfectos y esto significaría involución. Por lo tanto siempre habrá cambios y estos serán progresivos, nunca regresivos.
Surge ahora una cuestión fundamental en el ámbito filosófico: ¿Esta linealidad implica teleología? Es decir; si los organismos, como ya hemos visto, avanzan y evolucionan ¿Lo hacen con la idea de alcanzar una meta determinada? Y siendo así surgiría otra cuestión: ¿Quién ha establecido esa meta? Por lo tanto de lo que aquí estamos hablando ahora es de la idea de finalidad. ¿Existe finalidad en la evolución? A lo largo de la historia del pensamiento se ha tenido tal idea y occidente no iba a ser una excepción; sólo hay que recordar a Aristóteles que decía que todas las cosas se mueven hacia un fin y este estaba escrito en su naturaleza o con el cristianismo cuando esta teleología toma cariz metafísico y nos encontramos, por ejemplo, con Santo Tomás y su “quinta vía” o a Leibniz con su armonía universal. No hay que irse tan lejos, ya que en el S.XX encontramos numerosos ejemplos de tal pensamiento. Destacar a Pierre Teilhard de Chardin y su punto Omega (este representa el nivel más alto de espiritualidad al que puede aspirar la vida. Sólo lo puede alcanzar el ser humano a partir de la religión y la generosidad. El punto Omega significa alcanzar la trascendencia y unirse a Dios. Sólo lo puede lograr el ser humano porque es la criatura más perfecta que existe gracias a haber desarrollado su inteligencia y haber originado la conciencia. Pasamos de ser homo sapiens sapiens a hombres omega).  No obstante, y siguiendo, a Nicolai Hartman debemos indicar, si queremos seguir con el objetivo de este artículo que es centrarnos en los aspectos científicos del concepto analizado, que la noción de finalidad pertenece más al ámbito especulativo al carecer sus explicaciones de base empírica. Por tanto y si hablamos de linealidad sin emplear la idea de finalidad tenemos que establecer que el origen y fin de estos cambios tienen una naturaleza azarosa eliminando así cualquier idea de obligatoriedad.

Con lo dicho podemos establecer que la evolución es aquel cambio azaroso que se produce en la estructura interna de un organismo vivo y que tiende hacia la complejidad progresiva del mismo.

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